Hoy he decidido postear estas notas y quiero que sepan que no fue sencillo por que tengo tantas cosas que he escrito para ustedes que no sabía cual compartir primero. Estaba pensando en escribir algo justo para ti.
Hace unos días atrás estaba reflexionando sobre el mensaje del nacimiento de Jesús; siempre hay algo más y creo que de una u otra forma, el Señor me guió para comprender la otra parte de esa verdad. El nacimiento de Jesús es algo impactante ya que siendo Dios, decidió humillarse y venir al mundo estimado en nada... como uno más de nosotros, pero me di cuenta de que esa es solo una parte del mensaje de vida y sobre todo de esperanza que Él quiere que conozcamos a través de la historia de su nacimiento.
Jesús fue muy valiente; su historia estuvo marcada por nuestra necesidad de cambiar. Todo fue preciso y nada fue por casualidad. Lo aceptó todo; Jesús aceptó humillarse por ti. No sé qué es lo que sucede en tu vida, pero te aseguro que el hecho de que estés sentado allí, leyendo éste mensaje, tampoco es casualidad... quizá necesitas encontrarte con Él, tal vez necesitas cambiar tu vida; a lo mejor no encuentras el sentido que tu vida necesita.
Hoy te quiero decir, que hay algo más...
Sabes que Él siendo el rey del universo, no nació en un palacio?... de hecho sus padres no encontraban un lugar apropiado para un bebe; y cuando tocaban puertas para pedir posadas, nadie les quiso recibir. Imagínate si fueras tu el padre o la madre, permitirías que tu hijo naciera en la intemperie?... ¡Jesús aceptó nacer en cualquier lugar por ti!.
Tal vez en aquel mesón pensaron que Él no era nadie, que no habría razón para darle a un bebé tan insignificante siquiera la habitación más pequeña; un lugar mejor para nacer. Y aún así estuvo dispuesto a nacer entre un establo, entre animales y con sólo un pañal.
Estoy seguro de que un millón de veces te lo habrán dicho ya, pero hoy quiero que sepas que hay algo más. Hoy, me di cuenta de que aquel escenario no es más que nuestro propio corazón... Jesús no buscaba un lugar especial; Él sólo quería nacer en nuestro corazón.
Haber, en un establo hay animales silvestres, paja, estiércol, suciedad y ni hablar de los olores nauseabundos y de la humedad; todo esto es normal en un establo, está adecuado para animales. Pero un ser humano, aún siendo un ser divino y lo que es más asombroso, dueño del mundo, se humilló para nacer en un lugar como ese.
Esa paja de aquel establo, es realmente nuestra ceguera; nuestra absurda posición de vivir como si Dios no existiera. Dejamos a aquel niño en segundo plano. Esa es la misma paja que se convierte en nuestra necedad; es nuestra vida representada en ramas muertas y secas... una vida vacía y sin sentido.
Los olores, el estiércol de ese establo, no son más que la basura que acumulamos en nuestro corazón; el rencor, la amargura en la que nosotros mismos nos hundimos, pensando que somos los únicos que pasamos por momentos difíciles, y pensamos que nunca terminarán...
Pero Él nació en tiempos difíciles; tuvo que arriesgarse aun conociendo que Herodes lo mandaría a matar... nació en medio de todas esas cosas, en un establo...
Más que humildad para demostrar que de todo eso y a pesar de las circunstancias, Él no reparó ni escatimó; aun siendo Dios siguió, se humilló por ti, y por todos nosotros...
"Una vez se le acercó un leproso, y le dijo: Señor, si quieres puedes sanarme. Jesús extendió la mano, le tocó al hombro y le dijo: Si quiero, sé sano. Y al instante el leproso quedó limpio de toda lepra" (Mateo 8: 2-3). Ésta verdad es poderosa y hermosa. A Él no le importa qué eres, o quién eres; ni siquiera le interesa lo que hayas hecho...
Sabes lo que es la lepra?... cada vez que hemos fallado, cada error que hemos cometido. La tristeza o el dolor que hay en nuestro corazón, esa es la verdadera lepra a la que se refiere éste pasaje de la Biblia. Y todos hemos sido leprosos alguna vez...
A Jesús eso no le importa; ni siquiera le interesa saber a qué iglesia vas o qué religión profesas; Él es nuestro padre, y Él lo sabe.
Dice la escritura que Él te conoce desde la fundación del mundo; desde el vientre de tu madre ya te había visto. Empezó a llamarte pero tu estabas tan lejos que no le escuchabas. Él conoce tu pasado y tu presente pero aún no sabe con certeza que serás mañana.
Él quiere escuchar algo mejor, quiere saber algo de ti que aún no conoce. A caso crees que Jesús no conocía a aquel leproso?, ¡claro que le conocía!; pero no sabía si el leproso quería dejar que Él lo tocara.
Hoy, Él está llamándote aún, su garganta está ya seca de tanto gritar tu nombre; esta esperando que tú tomes la decisión de dejar que Él te toque. Yo te aseguro que en cuanto Jesús escuchó la voz de aquel leproso, su corazón se llenó de alegría y sus ojos se conmovieron... Jesús sintió una emoción tan grande cuando aquel leproso se acercó y le pidió que le tocara... ¡imagínate cuánto más se alegrará contigo!
Acércate, pídele que te toque; no tienes que pedirle perdón, ya Él te ha perdonado; cuando decidió nacer, cuando decidió morir. ¡Él pensó, y luego existió, pero pensó en ti!. Por amor... Él es nuestro padre, y quiere alegrarse contigo.
Sólo está esperando que creas, no es tan difícil; te tomará tan solo unos minutos ahí donde estas. Él está esperando a que decidas salir de ese establo, de ese hueco... y está dispuesto a cambiar tu pasado, pero quiere que tú cambies tu futuro...
Sólo tienes que pedirle que te toque...
Hace unos días atrás estaba reflexionando sobre el mensaje del nacimiento de Jesús; siempre hay algo más y creo que de una u otra forma, el Señor me guió para comprender la otra parte de esa verdad. El nacimiento de Jesús es algo impactante ya que siendo Dios, decidió humillarse y venir al mundo estimado en nada... como uno más de nosotros, pero me di cuenta de que esa es solo una parte del mensaje de vida y sobre todo de esperanza que Él quiere que conozcamos a través de la historia de su nacimiento.
Jesús fue muy valiente; su historia estuvo marcada por nuestra necesidad de cambiar. Todo fue preciso y nada fue por casualidad. Lo aceptó todo; Jesús aceptó humillarse por ti. No sé qué es lo que sucede en tu vida, pero te aseguro que el hecho de que estés sentado allí, leyendo éste mensaje, tampoco es casualidad... quizá necesitas encontrarte con Él, tal vez necesitas cambiar tu vida; a lo mejor no encuentras el sentido que tu vida necesita.
Hoy te quiero decir, que hay algo más...
Sabes que Él siendo el rey del universo, no nació en un palacio?... de hecho sus padres no encontraban un lugar apropiado para un bebe; y cuando tocaban puertas para pedir posadas, nadie les quiso recibir. Imagínate si fueras tu el padre o la madre, permitirías que tu hijo naciera en la intemperie?... ¡Jesús aceptó nacer en cualquier lugar por ti!.
Tal vez en aquel mesón pensaron que Él no era nadie, que no habría razón para darle a un bebé tan insignificante siquiera la habitación más pequeña; un lugar mejor para nacer. Y aún así estuvo dispuesto a nacer entre un establo, entre animales y con sólo un pañal.
Estoy seguro de que un millón de veces te lo habrán dicho ya, pero hoy quiero que sepas que hay algo más. Hoy, me di cuenta de que aquel escenario no es más que nuestro propio corazón... Jesús no buscaba un lugar especial; Él sólo quería nacer en nuestro corazón.
Haber, en un establo hay animales silvestres, paja, estiércol, suciedad y ni hablar de los olores nauseabundos y de la humedad; todo esto es normal en un establo, está adecuado para animales. Pero un ser humano, aún siendo un ser divino y lo que es más asombroso, dueño del mundo, se humilló para nacer en un lugar como ese.
Esa paja de aquel establo, es realmente nuestra ceguera; nuestra absurda posición de vivir como si Dios no existiera. Dejamos a aquel niño en segundo plano. Esa es la misma paja que se convierte en nuestra necedad; es nuestra vida representada en ramas muertas y secas... una vida vacía y sin sentido.
Los olores, el estiércol de ese establo, no son más que la basura que acumulamos en nuestro corazón; el rencor, la amargura en la que nosotros mismos nos hundimos, pensando que somos los únicos que pasamos por momentos difíciles, y pensamos que nunca terminarán...
Pero Él nació en tiempos difíciles; tuvo que arriesgarse aun conociendo que Herodes lo mandaría a matar... nació en medio de todas esas cosas, en un establo...
Más que humildad para demostrar que de todo eso y a pesar de las circunstancias, Él no reparó ni escatimó; aun siendo Dios siguió, se humilló por ti, y por todos nosotros...
"Una vez se le acercó un leproso, y le dijo: Señor, si quieres puedes sanarme. Jesús extendió la mano, le tocó al hombro y le dijo: Si quiero, sé sano. Y al instante el leproso quedó limpio de toda lepra" (Mateo 8: 2-3). Ésta verdad es poderosa y hermosa. A Él no le importa qué eres, o quién eres; ni siquiera le interesa lo que hayas hecho...
Sabes lo que es la lepra?... cada vez que hemos fallado, cada error que hemos cometido. La tristeza o el dolor que hay en nuestro corazón, esa es la verdadera lepra a la que se refiere éste pasaje de la Biblia. Y todos hemos sido leprosos alguna vez...
A Jesús eso no le importa; ni siquiera le interesa saber a qué iglesia vas o qué religión profesas; Él es nuestro padre, y Él lo sabe.
Dice la escritura que Él te conoce desde la fundación del mundo; desde el vientre de tu madre ya te había visto. Empezó a llamarte pero tu estabas tan lejos que no le escuchabas. Él conoce tu pasado y tu presente pero aún no sabe con certeza que serás mañana.
Él quiere escuchar algo mejor, quiere saber algo de ti que aún no conoce. A caso crees que Jesús no conocía a aquel leproso?, ¡claro que le conocía!; pero no sabía si el leproso quería dejar que Él lo tocara.
Hoy, Él está llamándote aún, su garganta está ya seca de tanto gritar tu nombre; esta esperando que tú tomes la decisión de dejar que Él te toque. Yo te aseguro que en cuanto Jesús escuchó la voz de aquel leproso, su corazón se llenó de alegría y sus ojos se conmovieron... Jesús sintió una emoción tan grande cuando aquel leproso se acercó y le pidió que le tocara... ¡imagínate cuánto más se alegrará contigo!
Acércate, pídele que te toque; no tienes que pedirle perdón, ya Él te ha perdonado; cuando decidió nacer, cuando decidió morir. ¡Él pensó, y luego existió, pero pensó en ti!. Por amor... Él es nuestro padre, y quiere alegrarse contigo.
Sólo está esperando que creas, no es tan difícil; te tomará tan solo unos minutos ahí donde estas. Él está esperando a que decidas salir de ese establo, de ese hueco... y está dispuesto a cambiar tu pasado, pero quiere que tú cambies tu futuro...
Sólo tienes que pedirle que te toque...